viernes, 11 de mayo de 2012

Erasmus


Quizás por haber dado tantos tumbos hasta encontrar “la” carrera, durante años se ha ido aplazando uno de mis mayores sueños – “el” sueño – antes de entrar en la universidad: la beca Erasmus.

Aunque quizás para otros el asunto se reduzca a una excusa para el desmadre continuo, un agradable cambio de rutina no esperado inicialmente pero bienvenido de cualquier forma, he de admitir que, en mi caso – como en el de muchos otros, estoy seguro – marcharme responde a una necesidad vital. Esto es algo que compartimos los que adolecemos de escapismo: ese ansia, que nos roe las entrañas desde que tenemos uso de razón, por conocer todo lo que no se encuentre a un radio de 100 km de distancia. Por escapar, en suma, de todo lo familiar y predecible, por más cómodos que nos sintamos tras los acogedores barrotes de la cárcel de oro.

Buscar cualquier cosa en Wikipedia y terminar con 50 pestañas abiertas, pasarse horas hipnotizado ante el Googlemaps – versión posmoderna de la Larousse -  con la media sonrisa del nostálgico que extraña lo que nunca conoció y probablemente jamás conocerá, y, por encima de todo, morirse de ganas de que llegue “el” instante. Sí, exactamente ese instante: aquel en el que se baja uno del avión, tren o coche, cierra los ojos y aspira fuertemente ese aire de los sitios nuevos. Aire de mar, de montaña, de oscuras arboledas, de megalópolis inquieta. Sí, ese aire: quién lo ha probado lo sabe.

Pero ni toda una vida de trayectoria como reconocido escapista me basta para hacerme a la idea del salto al vacío que comienza para mí en septiembre. Oh, no hablo de comprenderlo racionalmente – sé y soy consciente de que me voy a Finlandia –, hablo de sentirlo en propia carne. De sentir que pasaré nueve meses en esa Atlántida del Báltico, esa inmensidad de millas y más millas de coníferas, impasibles centinelas de verde y metálica armadura. Bosque sobre lago, lago sobre bosque. Verde sobre azul, azul sobre verde. Blanco sobre ambos, cubriéndolos con el suave manto del silencio. El silencio pétreo de los lugares eternos, que han sido y serán.

Los ingleses tienen un dicho en el que pienso bastante últimamente: the grass is always greener on the other side. Y aunque (es preciso recordarlo) la hierba es más verde en Finlandia que en mi Castilla agrietada y querida, existe siempre la posibilidad de que mi Atlántida, esa Finlandia que siempre he imaginado envuelta entre las brumas y la leyenda, se quede en eso, en brumas que se disipan y revelan a un país que, con sus particularidades, es como cualquier otro. Decía el sabio de Sabina que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Y yo he sido feliz construyéndome mi mito de Finlandia desde la distancia, recorriendo sus bosques y sus lagos en mi imaginación.

Sólo el tiempo dirá si los castillos en el aire que construí hace tantos años resistirán el conflicto entre la Finlandia de mis sueños y la Finlandia real. Es un riesgo que debo asumir, quiero asumir. Porque existen momentos, no demasiados, en los que siento abrirse una puerta ante mí y sé que lo que hay al otro lado es Finlandia, es su aire a norte, a inmensidad y a hojas secas. Y durante un instante, un único y mágico instante, puedo tocarlo todo con la punta de mis dedos. 

 Gris
 



8 comentarios:

  1. Wow...casi tengo ganas de irme yo a Finlandia...

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  2. Ya te vendrás a verme, ya Ainhoilla!

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  3. He sentido por unos momentos, estar respirando "aire finlandés" :)
    No me extraña que te pases horas con esas 15 pestañas abiertas, en las que muchas veces (caso propio) hay 4 que son iguales por esos nervios de poder ver "YA" eso que tan ansiosamente buscas.
    Va a ser un año diferente pero lleno de experiencias buenísimas que seguro disfrutarás al máximo!! (te lo mereces)

    P.D: Voy a seguir con el yayo y su "Panorama actual de la prensa mundial"!!!
    Love u!!!

    Xxx

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  4. Que te sea leve, enana!

    En cuanto lleguen las primeras nieves cogéis Belén y tú un avión (estaba tirado desde Bruselas, ya lo comprobamos) y nos damos un garbeo por la Saimaa (es lo que sale en la foto de abajo)

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  5. Qué pasada señor!!
    Habrá que ir a ver la finlandia de las brumas y los centinelas. De todas maneras una de las razones de que el erasmus sea tan increible es la sensación de salto al vacío del principio, la sensación de estar perddo allí, y después saber que empiezas desde cero allí, que tienes un lienzo blanco para tí solito que pintar como te parezca. Un comienzo desde cero.

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  6. ¿Comprendéis por qué quiero seguir los pasos de la trotamundos de mi hermana? Sabia, que eres una sabia!

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  7. Te entiendo perfectamente ;) Años a que llevo leyéndome la página de la Universidad de Roskilde, incluso antes del rediseño jaja
    Tú eres de los míos. Necesitamos salir, no por trabajo, no por juerga, sino por salir y pasearse por donde la gente no va xD ¿quién quiere ir a Italia, que es donde van todos en CCINF?
    un saludo!
    PS. Si me marco un viajecito pa' Helsinki, te aviso :D

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  8. jaja, yo lo intenté con la de Helsinki pero me pierdo... lo que es una página que, lejos de tener demasiado poca información, lo que tiene es demasiada!

    La verdad es que aunque a ratos me pregunto si estoy medio majara, cuanto más se acerca septiembre más me doy cuenta de que no podría haber elegido otro destino :) Ya nos visitaremos Sergio!

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