Lo
sé, lo sé, panda de escépticos, no llevo ni una semana aquí. Pero para el
curioso enfermizo, para el que está tan pendiente de verlo, registrarlo y
sentirlo todo que se le olvida hasta comer, cinco días son una eternidad para
dejar entrar un pedacito del país nuevo, el país distinto. Y Finlandia es un
país muy distinto; o al menos, un país cuyas diferencias asaltan al visitante
muy pronto, apenas horas después de haber llegado. Así que he decidido
confeccionar una lista de Finlandia Facts (¡los únicos e inimitables!) para que
os riáis un ratejo y comprendáis un poco mejor la casa de locos a donde me han llevado
mis pasos. Lo que sigue es un curioso estofado, producto de la mezcla de lo que
he leído y visto con mis propios ojos y lo que me han contado los finlandeses
con los que he hablado. Lo he ido acumulando y escribiendo a lo largo de estos
cinco días así que es un buen tocho. Agenciaos las palomitas más cercanas y
agarraos al asiento, ¡que nos vamos!
1.-
Finlandia tiene una superficie de 338.424 kilómetros cuadrados y una población
de 5.410.233 habitantes.
2.-
La capital y ciudad más poblada es Helsinki, a orillas del mar Báltico, en cuyo
término municipal viven 596.000 habitantes. Otra cosa es su área metropolitana,
que suma más de 1.300.000 habitantes.
3.-
Después de la capital, los municipios más poblados son Espoo (252.000, ciudad
dormitorio de Helsinki), Tampere (215.000), Vantaa (203.000, también ciudad
dormitorio de Helsinki), Turku (175.000), Oulu (143.000).
4.-
A muy grandes rasgos, se puede clasificar Finlandia en seis áreas geográficas:
Helsinki y sus alrededores; una costa oeste donde se concentra la mayor parte
de sueco hablantes del país; una región central de lagos; Karelia, pegada a la
frontera con Rusia y muy próxima geográfica y culturalmente a este vecino del
este; el área de transición a Laponia, compuesto por las provincias de Kainuu y
Ostrobotnia del norte; Laponia, extremo norte finlandés y hogar del pueblo
sami.
5.-
Cuando la gente se refiere a Finlandia como “la tierra de los mil lagos”, no es
que les esté dando por ser literarios, es que en el país hay un escalofriante total
de 187.888 lagos que superen las cinco hectáreas. Jezú.
6.-
Además de lagos, bosque, bosque y más bosque. El 86% del suelo finlandés está
cubierto por bosques perennes compuestos por una tríada de tres: pino, abeto y
abedul.
7.-
Finlandia es extremadamente llana. El punto más alto es Halti, 1324 metros de
altura, en el la frontera norte entre Finlandia y Noruega. De hecho, las pocas
elevaciones considerables del país se concentran casi todas por Laponia.
8.-
Sí, sí, sé que queríais llegar a esta parte: en Finlandia hace frío. Eso sí, el
clima es muy variable, especialmente ahora en otoño. Yo he notado dos tendencias
muy acusadas: el tiempo “hace 16 grados, brilla el sol y corre la brisa” y el
tiempo “llueve como si fuera a acabarse el mundo, hace un viento que te arranca
los paraguas de la mano”. Creo que lo más me ha chocado hasta ahora es la
rapidez con la que cae un chaparrón; de un segundo al otro.
9.-
Haga como haga, en Helsinki siempre hace viento. Del momento del día depende
que sea un viento-majo o un viento-cabrón.
10.-
Puede que aquí haga más frío que en las aulas de la Complu en invierno, pero
están preparados. Los edificios deben cumplir una serie de requisito en cuanto
a grosor de muros y materiales aislantes; muchos tienen, además, mecanismos de
autoregulación térmica. O eso pone en la fichita informativa de mi habitación
de resi.
11.-
El agua de grifo es flipante; si le das a frío, sale fresca, limpita, más rica
que si fuera de manantial. Si le das a caliente, en menos de una milésima se
vuelve lava colada, tan caliente que puedes hacerte un té con ella.
12.-
En Finlandia no existe prácticamente transición entre la ciudad y la naturaleza.
Helsinki no tiene nada que se pueda denominar “afueras”; llegas al último
edificio y empieza el bosque. En la misma ciudad, entre barrio y barrio donde
no construyen se mantienen unas arboledas que en España yo no había visto en
ninguna parte. Da la impresión de que las ciudades son claros excavados en un
gran bosque.
13.-
Sí, es cierto: Finlandia es caro. Más caro que España, al menos. Pero es cierto
que determinadas cosas resultan muy asequibles (chocolate, leche, yogures, pan,
etc.) y otras completamente impensables (alcohol, carne… ¿Os he contado que vi una
bandeja de pechuga de pollo de 300 gramos que costaba 6.4€?).
14.-
Se nota que hay ciertas cosas que han empezado a tener sólo recientemente. Me
comentan que el aceite de oliva llegó hará unos 10 años; cosas como el vino,
hace unos 40.
15.-
Aquí se paga TODO con tarjeta. Hasta el café de 80 céntimos que pides en el comedor
universitario.
16.-
En cuestión de gastos, si eres estudiante tienes una alfombra roja desplegada
bajo tus pies (transporte a mitad de precio, almuerzos baratísimos, descuentos
por todas partes). Si no lo eres, allá te las compongas pagando 40€ por un
billete de ida a una ciudad que está a una hora.
17.-
Existen más de 20 lugares en el centro de Helsinki donde los estudiantes pueden
comer cada día. Se llaman Unicafé y en ellos cuesta comer 2.7€ si estudias
aquí. Incluye vaso de agua, otro de zumo o leche, rebanadas de pan untado con
margarina, una ensaladoncia y un plato central que suele ser carne con patatas
o arroz de guarnición. Todo sanísimo. El café sale a 70 cts en estos menús.
18.-
La marca más barata de comida, la mejor amiga del estudiante Erasmus, es
Pirkka. Hola chicos, os presento a Pirkka.
19.-
En Finlandia existe una proporción increíble de personas alérgicas a la lactosa
así que la sociedad está concienciada. Es muy frecuente encontrarse con sólo
leche de este tipo. Sorprendentemente, está muy rica.
20.-
Como en otros países nórdicos, son fanáticos de su pan de centeno; si te
despistas te cuentan todas sus beneficiosas propiedades en comparación con el
pan blanco. La verdad es que, untado de margarina, queso o mayonesa está muy,
muy bueno. A palo seco, la verdad es que no tanto.
21.-
Les encantan los yogures en general; no es nada raro que se coman 2-3 de una
sentada. También hace furor lo que llaman “viili”, una especie de leche
fermentada de textura muy viscosa. Está muy rica, aunque comiéndola te venga a
la memoria Flubber.
22.-
Esto es una impresión mía: aunque Helsinki no es tan grande, la estética de su
zona más central (Kamppi, Estación Central, Plaza del Senado, Kauppatori,
Mannerheimintie) hace que parezca que estás en el centro de una ciudad de
millones de habitantes. Edificios altos, torres de cristal, todo muy
vanguardista, las calles infestadas de gente…
23.-
No se puede vivir un solo día como Erasmus en Helsinki sin pasar, al menos una
vez, por Kamppi. Kamppi es un verdadero monstruo que ocupa cinco o seis
manzanas, decenas de edificios interconectados en los que caben cuatro
supermercados enormes, tiendas de todo tipo, restaurantes, bares, discotecas,
salas de cine, salas de concierto, jardines interiores, pistas de patinaje
sobre hielo. Es imposible entrar sin perderse.
24.-
Muchas estructuras de Helsinki (Kamppi la principal, pero no solo) están
interconectadas por túneles para poder cruzar de un sitio a otro salir al frío
y la lluvia de la calle.
25.-
Alternatividad: en las calles de Helsinki te la encuentras constantemente. En
general, en cuestiones de estética parece haberse congelado todo en los ’80:
chupas de cuero, punks a lo bestia, góticos, gente con ropa muy estridente,
barbas larguísimas a lo Crusoe, etc.
26.-
Hay muchos más hombres con el pelo largo y muchas más mujeres con el pelo
corto.
27.-
La combinación leggings + calentadores parece estar muy de moda entre las
mujeres.
28.-
El mito de que todos son rubios es cierto. Con frecuencia, de un grupo de
cinco, cuatro lo son (a veces tres, a veces los cinco). Aprende uno rápido a
distinguir entre modalidades de rubio: rubio pajizo, rubio arenoso, rubio
cobrizo, rubio dorado. Los que más me fascinan son los rubios-casi-albinos, a
medio camino entre Mónica Naranjo y los niños del Poltergeist. Siempre me
pregunto, ¿serán teñidos?
29.-
En claro contraste con la generalizada rubiez, existe un subgrupo muy nutrido
de gente con el pelo negro como la pez. Si es natural o una reacción
inconformista vía tinte, no lo sé.
30.-
Los pijos finlandeses son una tribu muy curiosa. Parecen aún más pijos que los
españoles porque además de tener pasta, son todos rubios, altos, guapos y con
una mueca de desdén. ¿Habéis visto alguna vez la serie OC? Pues eso.
31.-
Su rollo pijo no coincide exactamente con el de los pijos que yo conocía. Son
pijo surfero, pijo hiphopero. Sí, sí, quitad esa cara: el hiphop arrasa entre
los niños bien aquí. ¿Recordáis la canción Freestyler de Bomfunk MC’s? El grupo
era finlandés y resume muy bien lo que estoy intentando describir.
32.-
Vamos al tema: las finlandesas están muy buenas. No, es que son espectaculares.
Esa tía rubia, de rasgos finos, cincelados, ojos azul claro, tipo estilizado,
elegante, que pararía el corazón a los tíos de un bar en España… Pues aquí las
hay a puñados, y van de diez en diez. Cuando se sale de fiesta y aparecen todas
juntas y arregladas, el efecto es cegador. Aunque en mi opinión de humilde
homosexual, el rollo Barbie puede que resulte un tanto excesivo.
33.-
Oh, y todos beben. Mucho. Finlandés con el que te cruzas dentro de una
discoteca, finlandés que va dando tumbos y te pisa cuarenta veces al pasar al
lado tuyo. Chicas yendo de cuatro en cuatro al baño sujetándose unas a otras.
De fondo, un ruido sordo en la discoteca que te rechina, que te asusta, ¿qué
demonios es? ¡Oh dios mío, los finlandeses están hablando! De hecho, cuando se
emborrachan abandonan su habitual silencio hosco y son de lo más locuaces,
hasta pesados.
34.-
Aunque en fin de semana se desmelenan, a diario los finlandeses son lo opuesto:
100% sobrios, secos, tranquilos. Eso sí, los pocos colgados que ves a diario
son material peligroso: si ves uno, da un buen rodeo.
35.-
Para ser un país en el que se bebe tantísimo, hay poca variedad. O cerveza, o
vodka, o sidra de sabores tipo frambuesa o mora (está buenísima). El vino es
algo más fino que se bebe en copa durante las comidas, y no todas.
36.-
Si no quieres pagar 10€ por una copa (y eso es el precio mínimo), tu única
alternativa son las tiendas Alko, monopolios estatales que tienen la única
licencia para vender alcohol. Cierran a las nueve de la noche y – esto me lo
han contado, no lo he visto – deben formarse unas colas horrendas. Los
supermercados sólo pueden vender bebidas hasta 5 grados (cerveza, casi siempre)
pero sólo pueden hacerlo hasta las nueve de la noche.
37.-
Una manera muy curiosa que tienen los finlandeses de saltarse este control
estatal sobre el alcohol es ir en barco a Tallinn para aprovisionarse de un
vodka que a la otra orilla del Báltico sale por 10-12€ menos. No bromeo: lo
hacen y muy a menudo.
38.-
Todos hablan inglés. No ya los veinteañeros – que lo hacen, y mucho mejor que
nosotros – sino también la gente mayor. Esa señora de cincuenta años que en
España te diría “¡Chico! ¿Y tú de quién eres?” aquí se dirige a ti en la lengua
de Shakespeare con plena naturalidad.
39.-
Todos y cada uno de los finlandeses que me he encontrado trabajando de cara al
público han sido impecables. Majísimos, pacientes ante el chaparrón de preguntas,
trabajadores… La (des)honrosa excepción son los conductores de autobús. Os
desafío a que vengáis aquí y consigáis que os dirijan más que un gruñido y una
mirada malhumorada. A ver qué tal se os iba a dar decir “un billete para
Kauppakorkeakoulut, por favor”.
40.-
Ah, por cierto. Si queréis que el bus pare, saludadle con la mano. Si no, pasa
de largo. Espero no tener que comprobar lo que es eso cuando llegue el
invierno.
41.-
Los finlandeses son unos setos. No, en realidad no lo son; lo que pasa es que
la interacción humana les pone nerviosísimos. Si un desconocido se les acerca
por la calle, inmediatamente alzan todas las barreras y le reciben entre
suspicacias, porque ellos jamás lo harían. Los hombres parecen ser más tímidos
que las mujeres.
42.-
A menos que sea hora punta, en el transporte público la gente trata siempre de dejar
un hueco al lado del asiento donde están sentados. Se sobrentiende que ese
hueco debe quedar libre, que si lo ocupas estás vulnerando el espacio físico de
alguien. Ahora cuando os sentéis al lado del ejecutivo encorbatado y percibáis
cómo aleja su cuerpo, incómodo, de vuestro lado y pone cara de perro, ya sabéis
por qué sucede.
43.-
Si el contacto físico es un fastidio, no menos lo es el visual. Si miras a
alguien a los ojos por la calle, verás que te devuelve la mirada con extrañeza
y un cierto aire de mosqueo: “¿Te conozco? ¿Por qué me miras?”. Me pasa
constantemente.
44.-
Los finlandeses jamás cruzan el semáforo cuando está en rojo. Yo voy a dejar de
hacerlo, aunque sea por evitarme las miradas de severa reprobación.
45.-
Los finlandeses tienen un cierto complejo de inferioridad con Suecia, quien, en
palabras de un amigo mío de aquí, es “ese hermano mayor que todo lo hace mejor
que nosotros”. En cambio, se sienten protectores hacia ese hermano pequeño que
es Estonia, hermano a quien hay que cuidar.
46.-
De los rusos desconfían todavía, y mucho, a causa de las terribles guerras
(como la de invierno) que mantuvieron a cuenta de la voluntad rusa de convertir
a Finlandia en territorio satélite. Es por eso que los finlandeses siguen
tomándose (algunos más que otros) el servicio militar muy en serio. En
Finlandia es obligatorio para todos los hombres, aunque puede ser sustituido
por un servicio social.
47.-
Al que vive en Finlandia se le llama “finlandés” y al idioma que habla, “finés”.
Más una curiosidad sobre nuestro propio idioma que otra cosa, pero bueno.
48.-
El finés es muy, muy difícil. Tiende a formar pequeñas partículas y a juntarlas
en una sola palabra. De ahí que existan monstruos como epäjärjestelmällistyttämättömyydellänsäkään (no
es coña), que significa, así a primera traducción, “me pregunto si no se
refiere a su acto de no haber hecho que algo sea visto como no sistemático”.
Esto no me lo estoy inventando; buscad y veréis.
49.-
Al oído, el finés suena increíble. Muy melódico pero serio a la vez, casi
rítmico, con una cadencia que hipnotiza, no suena a nada que hayáis oído antes.
Varias veces me gano miradas desconfiadas por quedarme embobado escuchando a
alguien. Aquí os dejo un ejemplo:
50.-
Además del finés e inglés, los finlandeses aprenden sueco en la escuela como
parte del estatus bilingüe del país. Otra cosa muy distinta es que lo hablen de
manera fluida; los que lo hacen utilizan un sueco que se aleja bastante del que
se habla en la propia Suecia.
51.-
Existe un salto bastante grande entre el finés que se escribe y enseña y el que
se habla. Algunos ejemplos: “minä” (yo) se convierte en “mä”, “sinulle” (para
ti), se convierte en “sulle”. “Kyllä” (sí) se convierte en “jo”, pronunciado
como el “yo” español. Esta última palabra se oye por todas partes, estirada
como un chicle: “joooooooooooooo”.
52.-
Cuando piden algo, los siempre parcos finlandeses prescinden de fórmulas tipo “me
gustaría…” o incluso “quiero…”. Tampoco piden las cosas “por favor” sino dando
las “gracias”. Así, “¿podría ponerme un café?” sería: “Kahvia, kiitos” (“Café,
gracias”).
53.-
Para saludarse, los finlandeses dicen “Moi!”; para despedirse, “Moi moi!”. Es
muy gracioso verlo en directo.
54.-
Los finlandeses sólo utilizan un apellido y se llaman entre ellos siempre por
el nombre. Existe una distinción entre “sinä” (“tú”) y “te” (“vosotros pero
también usted”).
55.-
En la universidad, la jornada empieza casi siempre a las 10:00 aunque las
clases suelen empezar un cuarto de hora después de la hora fijada y terminar un
cuarto de hora antes. Todo ello para darte tiempo para que saltes de un edificio
a otro de entre los que se reparten todas las asignaturas. Eso sí, como llegues
tarde prepárate; aquí lo de la puntualidad es asunto de Estado.
56.-
La universidad es mucho más flexible. Los finlandeses dividen el año
universitario en cuatro períodos, cada uno de dos meses. Después, se matriculan
de unas 4-5 asignaturas en cada período (las que quieran, siempre y cuando su
horario encaje). Pasan los dos meses, se examinan de ellas, se las quitan de
encima y dan la bienvenida a nuevas asignaturas.
57.-
Hay muchísimas asignaturas intensivas que sólo duran una semana en la que, eso
sí, tienes que dejar todo lo demás para asistir a clases que pueden durar 4-6
horas. Por lo que se comenta, están genial porque son grupos pequeños que
conviven durante una semana y preparan un proyecto juntos. Se aprende mucho.
58.-
La mayor parte de puertas que comunican pasillos y salas del interior de la
universidad se abren solas. No en plan normal como en España, sino que se abren
ellas solas hacia delante. Al principio da cosilla.
59.-
En Finlandia, la educación es gratuita en todos sus niveles. No sucede otro
tanto como la sanidad, pero aquí interviene un sistema de subvenciones por el
cual estudiantes, niños, ancianos y personas de renta bajan no pagan
prácticamente nada.
60.-
El estudiante medio en Finlandia lleva cuarenta mil millones de tarjetas
embutidas en una cartera que pesa como un ladrillo. Todo ello como consecuencia
de lo mucho que les encanta inventarse una nueva tarjeta para cualquier cosa.
Bueno…
Espero que os haya gustado. No me ha dado tiempo a montarlo bien pero sesenta son suficientes, ¿no creéis? Además, me
espera mi tercera fiesta Erasmus en tres días. Cervecitas y un vaso de vodka (está
asqueroso…) que se pasa en círculo, de mano en mano. ¡Al tema!
Gris
...además de lagos y bosque (y más bosque) -- turbera. Tenemos muchas turberas.
ResponderEliminarMuy interesantes observaciones!
Juha
Juha! Qué bién hablas Español ya!!
ResponderEliminarTodo un experto. El viernes veremos qué tal se le da el asunto ;-)
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